domingo, 7 de agosto de 2011

El hombre nuclear

Agosto 30 de 1978. 6 PM. Steve Austin atraviesa la Beverly Hills colombiana en un Jeep Willys ’59 cabinado azul celeste. Nada ni nadie es un obstáculo. En la hora de mayor congestión, no hay la más mínima posibilidad de detenerlo. Los transeúntes lo ven venir de lejos y corren atemorizados; los automóviles despejan la vía y los autobuses se estacionan a un lado olvidando a sus ocupantes y también a sus potenciales pasajeros; una que otra motocicleta que deambulaba por aquella época prefiere no ingresar a la reciente autopista; la policía hace caso omiso del particular bólido y hasta los semáforos sucumben. Las luces rojas y amarillas dejan de ser. Aquí empieza a sonar el jam inspirado en este singular personaje.


El Hombre Nuclear se abre paso sobre la calle principal de la ciudad hasta que finalmente llega a su destino: una clínica. Un vigilante en un edificio cercano lo confunde por sus oscuros lentes, o más bien creo que lo descubre, y en un autóctono saludo le grita “buena, Lee Majors!”. Claro, cómo no identificarlo, me parecía haberlo visto corriendo a gran velocidad, pero en cámara lenta, con ese extraño sonido de la locomoción biónica. Sin duda, era él. Un par de médicos y varias enfermeras se le acercaron a pedirle un autógrafo y hasta apareció de la nada un fotógrafo para capturar el momento en que aquel hombre subía las escaleras a razón de un brinco por cada piso del edificio. Algunos incluso afirman que se detuvo en el cuarto piso porque se encontró con Oscar Goldman, jefe de la O.S.I., pero no, era solo su compadre Wilson, en la puerta de la U.C.I.


Con su ceño fruncido y la ceja derecha un tanto elevada (característico de esta leyenda viviente) parecía estar escuchando la próxima misión encomendada por su jefe y amigo, sin embargo este no era su libreto, su mente estaba en otro asunto y no podía concentrarse en ese instrumental de DeGauss que estaba sonando en el circuito cerrado de audio de aquella moderna clínica. Eran ya las 8 PM y algo lo impacientaba. Trataba de utilizar su oído biónico para escuchar a través de las paredes, pero un solo del Broder alteraba su rango de frecuencias audible; inclusive echó un vistazo por la ventanilla de la puerta al quirófano, pero su vista infrarroja se distorsionaba con el brillo del thin crash del Garras. Por último, la operadora informó algo por los altavoces, pero Steve Austin no logró entender qué decía, pues un lamento con el bajo de Javk interfería la señal.


El tiempo parecía eterno, como en un blues improvisado. 8:17 PM. El Hombre Nuclear vio venir al final del pasillo a un experto cirujano de la ciudad, el Dr. Sales, aunque varios testigos confundieron su fisonomía con la del científico de la serie, Dr. Rudy Wells. Detrás una enfermera venía con un objeto no identificado envuelto en unas cobijas. El Hombre Nuclear no lo podía creer. Esto iba más allá de la moderna tecnología incorporada en su cuerpo. En el clímax del jam que lleva su nombre, una mujer, su esposa, acababa de dar a luz su último varón. Se precipitó a aquella enfermera y al Dr. Sales (por supuesto, en cámara lenta y con el peculiar sonido de los movimientos biónicos de este legendario personaje). Tomó en sus brazos al niño, cuidando no estriparlo con su fuerte diestra, y he aquí que apareció su gran compadre, no Oscar, sino Wilson, y con gran familiaridad lo saludó: “Felicitaciones José María”.


Ese es el Hombre Nuclear (José María, Lee Majors o Steve Austin, anyway), mi héroe personal, de la televisión y de los incipientes 80’s, gran personaje de mi vida a quién debo tanto como a mi madre, tan cerca en todos mis tiempos y tan presente en todos mis días. Hoy es testigo y fan #1 de nuestros proyectos, patrocinador oficial y arreglista de tiempo completo (o sea, el que nos arregla los instrumentos cuando fallan eléctrica o mecánicamente), quien nos secunda las ideas macabras de las nuevas canciones y quien nos soporta las tardes escandalosas en medio de una que otra sana borrachera. That’s my “The Six Million Dollar Man”, pero este man realmente no tiene precio.


El Hombre Nuclear, es el nombre de este jam, que nació en el garaje de mi casa (Cave Of Da Secrets), en una tarde DeGauss, con calor y unas cuantas cervezas; surgió este tema de la nada, en cámara lenta pero veloz, con gran fuerza biónica, con visión telescópica de las promesas de nuestra banda, con un power total; hace dos años, en mi Barranquilla, en mi Beverly Hills criolla, para todos nuestros fans. Sin duda alguna se perciben huellas de nuestros inicios, tal vez no contábamos con mucha tecnología en la producción, pero sí con mucho talento y técnica musical. Sin más preámbulos, los dejo con esta excelente pieza musical de nuestra temprana inspiración.


gArrAs


1 comentario:

  1. Aqui en USA esa serie se le conocia como "the 6 million dollars man". Tomando en cuenta la inflacion, hoy seria el hombre de los 26.225.089.60 dolares. Informacion inutil, lo se, pero aja...

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